"Imagination is the one weapon in the war against reality."

Jules De Gaultier



domingo, 13 de mayo de 2007

El Candidato Indiscreto: Episodio XII

Mis ojos requieren de un puñado de segundos para adaptarse a la oscuridad. Estoy en la oficina de Virgilio, el propietario del club nocturno Babylonia y uno de mis candidatos principales para el chantajista de Oliver Coronado. Me infiltré con la intención de registrarla a mis anchas. No supuse que él aún estaría en ella. Pero a medida que proceso mejor la poca luz que se cuela a la oficina, me percato de que ese no será mayor problema. Virgilio está totalmente fuera de sí en la silla detrás de su pupitre, y en la superficie de éste veo la causa: Una botella de Bacardi vacía.

No cuento con la libertad deseada para revisar los cajones y la credenza y fotografiar hasta el más mínimo documento, pero eso no implica que la noche es una completa pérdida. Haciendo menos ruido que mi gato llego al lado de Virgilio—quien ronca como un hipopótamo asmático—y alcanzo su teléfono. Menos mal que tengo bastante experiencia, pues no hay oportunidad de encender mi flashlight mientras destapo el auricular e inserto el micrófono que me permitirá grabar todas sus llamadas.

Devuelvo el teléfono a su sitio e inspecciono el área con la mirada hasta localizar la impresora. ¿Quién sabe si ahí se tiraron las primeras fotos de Oliver con las strippers? Prácticamente en puntillas rodeo su silla para llegar al mueble de la PC—y en eso, en medio de su sueño, Virgilio se reacomoda, mueve la silla, y al hacerlo me atrapa entre el respaldar y la pared. ¡Ni siquiera puedo respirar! Sentirá cualquier movimiento en falso, y no tengo idea de qué tan ligero sea su sueño. Dudo que al pillarme aquí intuya que en realidad soy una detective contratada para exponerlo. Lo que me preocupa es que si me encuentra a esta hora en su oficina, concluya que he venido a seducirlo, tal y como él desea.

Espero minutos que se sienten como una eternidad, pero en vista de que mis circunstancias no tienen pinta de cambiar, decido jugármelas y con las yemas de los dedos muevo el respaldar, apenas lo suficiente como para pasar. Virgilio deja de roncar. Yo dejo de respirar. Diez pretextos distintos surcan mi mente. O, en el peor de los casos, puedo simplemente golpearlo y aturdirlo antes de que me vea. Pensará que era un ladrón. Instantes después, como el escape de un bus de ruta, los ronquidos de Virgilio reinician y yo, reprimiendo un suspiro de alivio, retorno a la tarea que me interesa. Abro la cubierta de la impresora Hewlett-Packard y extraigo su cabeza. Mañana Virgilio tendrá a muchas personas que culpar por su desaparición.

Vuelvo a dar la vuelta alrededor del escritorio y avanzo hacia la salida. No hay nada más que pueda lograr hoy. Ya mi mano está en la perilla cuando oigo un golpe seco sobre la madera del pupitre. Volteo y noto que, aún dormido, el brazo de Virgilio ha caído involuntariamente sobre el escritorio. Pero eso no es lo peor. El problema es que al hacerlo ha empujado la botella de Bacardi, que ahora va rodando inclementemente hacia el borde, del cual se desplomará haciendo un estrépito que sin duda lo despertará.

Recurriendo a las pocas energías que me quedan, abro la puerta, la cierro a mis espaldas y emprendo la carrera hacia las escaleras a toda velocidad. El ruido del cristal al romperse llega a mis oídos cuando ya me faltan sólo dos peldaños, que dejo atrás con un brinco que me lleva directo a la salida. Oigo a Virgilio recitar obscenidades, pero su voz proviene del interior de la oficina. Tengo tiempo de sobra.

Estoy a punto de abrir la puerta que conduce al estacionamiento cuando algo me hace vacilar: Un automóvil verde está detenido detrás de mi carro, sus luces altas están enfocadas en la parte trasera de mi Honda. No sé si es la paranoia que mi profesión inculca, pero lo primero que pienso es que su tripulante—o tripulantes—está anotando mi número de placa. Es un Renault, pero el ángulo en que se encuentra no me permite tomar su placa. Unos segundos después el misterioso vehículo se aparta del mío y continúa su camino. Aguardo hasta estar segura de que se ha marchado para salir y cruzar a prisa hacia mi carro. ¡Qué noche!

¿Será que la cazadora también está siendo cazada?

CONTINUARÁ...

EPISODIOS ANTERIORES
Episodio I:
http://rfjplanet.blogspot.com/2006/10/el-candidato-indiscreto-episodio-i.html
Episodio II: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/10/el-candidato-indiscreto-episodio-ii.html
Episodio III: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/11/el-candidato-indiscreto-episodio-iii.html
Episodio IV: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/12/el-candidato-indiscreto-episodio-iv.html
Episodio V: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/01/el-candidato-indiscreto-episodio-v.html
Episodio VI: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/01/el-candidato-indiscreto-episodio-vi.html
Episodio VII: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/01/el-candidato-indiscreto-episodio-vii.html
Episodio VIII: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/02/el-candidato-indiscreto-episodio-viii.html
Episodio IX: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/03/el-candidato-indiscreto-episodio-ix.html
Episodio X: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/04/el-candidato-indiscreto-episodio-x.html
Episodio XI: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/04/el-candidato-indiscreto-episodio-xi.html

No hay comentarios.: