"Imagination is the one weapon in the war against reality."

Jules De Gaultier



viernes, 24 de septiembre de 2010

Texto Novelístico Superfluo

La primera vez que leí esas tres palabras pasé media hora refunfuñando en mi mente. “¡¿Superfluo, mi texto novelístico?! ¡Ja! ¡Ellos, ¿qué saben?!” Igual esas tres palabras fueron el detonante: Las leí la noche en que, entre queso fundido y margaritas, escribí mi primer guión.

Desde finales de Junio participé en el Diplomado de Guión para Cine y Televisión que dictó el Prof. Manolo Rodríguez en la Universidad Tecnológica. Fue una experiencia muy interesante en múltiples niveles, y para mí uno de ellos fue perderle la reverencia al guión cinematográfico, con el cual ni siquiera había intentado experimentar previamente pese a mi pasión por el cine.

La noche en cuestión había decidido escribir mi primer guión, y tenía a mano una guía de la BBC dedicada principalmente a cuestiones de formato. Tenía mi historia clara en la cabeza, pero todavía la veía en términos de prosa. Entonces, cuando leí en dicha guía que las descripciones debían carecer de todo texto literario superfluo, algo hizo clic en mi cerebro y empecé a escribir.

Una de las primeras distinciones entre ambos medios que descubrí es que el guión exige un alto grado de confianza. En la literatura el autor es el arquitecto absoluto, el responsable de crear la ambientación, la caracterización, el humor apropiado, las emociones que evoca la trama. En el guión el autor debe confiar en el trabajo posterior del director, de los actores, del director de fotografía, del editor, etc., etc. El trabajo del guionista casi puede describirse como construir la historia y luego entregársela a otro para que la cuente.

El guión en cuestión era parte de un proyecto en el cual cada uno de nosotros debía escribir un cortometraje de tres a cinco minutos. La primera versión de mi guión tenía quince páginas. Quien sabe del tema notará la desproporción del tiempo. Después de cuatro cirugías el guión ha bajado a seis páginas, cambió de título y probablemente se encoja más en las próximas semanas.  Pero la esencia de la historia se mantiene.

Un efecto secundario de estos ejercicios es que la novela que estoy escribiendo quedó en pausa. La detuve justo cuando iba a empezar una sección epistolar, cuyas técnicas son totalmente contra-intuitivas a la forma de redactar un guión. Mejor darle a cada arte su espacio. Pero la próxima semana retomaré aquella narrativa literaria superflua.

El diplomado para guionistas ha concluido, pero de él ha nacido una iniciativa que se desarrollará en los próximos meses: CORTOS AMARILLOS. Los egresados del Diplomado—incluyendo al profesor y capitán del proyecto—nos hemos propuesto asociarnos para filmar una serie de cortometrajes que escribimos durante los últimos meses. Lo que sonó alguna vez como un sueño distante se materializó el pasado fin de semana, en el cual nos dedicamos a la filmación del primer corto del proyecto. Les incluyo algunas fotos del rodaje, y los invito a que sigan los pasos del proyecto en nuestro grupo de Facebook. Si en los próximos fines de semana te cruzas con nosotros en la calle siguiendo algún taxi con una cámara, acércate y pregúntanos más sobre CORTOS AMARILLOS.

Como imaginarán, el guión que comenté en los primeros párrafos será parte del proyecto. El profesor todavía me está amenazando con más tijerazos a mi historia. Ya les contaré dentro de unas semanas cómo nos va con la filmación de mi historia, titulada (actualmente), Lejos. Y, para ilustrar mi punto anterior, cuando Lejos haya sido filmado subiré al blog el guión original y la versión del rodaje, comentando los cambios realizados y los motivos de las modificaciones. Es más, por diversión también voy a adaptar la historia a un cuento literario.

Algunas amistades ya me han preguntado si pienso adaptar algunas de mis historias a la pantalla. ¿Adaptar? En mi mente el lienzo del guión se traduce en dos palabras: ¡Nuevas historias!




















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