Oliver Coronado, el candidato preferido para los próximos comicios electorales, luce como si acabase de ver al fantasma de Torrijos. Ya me imagino por qué convocaron esta reunión nocturna de emergencia en la seda del partido.
Saúl me muestra un disco compacto. “Nuevas fotos,” me indica mientras Efraín enciende una laptop. “Esta vez no se molestaron en imprimirlas.” Ferrer inserta el CD en la unidad de la computadora, e instantes después las fotografías aparecen en el monitor, una tras otra. Esperaba ver otro despliegue de las indiscreciones de Coronado, y me equivoqué. Esto es peor.
“¡¿Por qué a mi hija?!” Oliver no puede contener más su indignación. “¡¿Por qué tienen que arrastrarla a ella a esto?!”
En la pantalla vemos a Lucero Coronado, hija única de Oliver, en medio de una fiesta que por lo visto fue bastante salvaje. Pero esa no es la parte comprometedora. El detalle es que en todas las fotos Lucero aparece rellenándose la nariz de cocaína. Empiezo a sacar deducciones. “La resolución de estas fotos es más baja que la del primer lote,” observo. “Considerando eso, y el ángulo en que las tomaron, pienso que fueron sacadas con la cámara de un teléfono celular.”
“¡¿Y eso en qué ayuda?!” Oliver intenta enfocar su frustración en mí.
“En la primera vuelta, alguien le tendió una trampa;” aclaro. “Ese alguien tuvo tiempo para preparase y escoger el mejor ángulo para retratarlo con una buena cámara sin que usted se diera cuenta. Estas fotos, dada la calidad, me dan la impresión de ser algo del momento, alguien que vio la oportunidad y la tomó como pudo.” Miro a los otros Cuatro Jinetes. “Me imagino que esta vez tampoco se acordaron de no dejar sus huellas digitales en el CD,” les digo con un suspiro de resignación. “Me voy a tener que llevar el disco, y el sobre en que llegó, también. ¿Algo más venía adentro?”
“Una nota,” asiente Guillermo Arias. Camina hasta la mesa en la que nos hemos reunido y deja frente a mí un papel que sostenía con un pañuelo. En él, las letras Arial impresas exigen, a cambio de no transmitirle a los medios y a las autoridades las fotos contenidas en el CD, un monto con varios ceros detrás.
“Se está poniendo ambicioso, ¿no?” Comenta Narciso Carles.
Releo varias veces el nuevo mensaje del chantajista. Hay algo en la redacción gramatical que no concuerda con la primera nota, pero no logro descifrar qué. Ha variado de objetivos políticos a simple ánimo de lucro. “No nos informa cómo ni cuándo hay que pagarle la cantidad que exige,” comento. “Ergo, él mismo aún no ha decidido cómo lo hará. Eso nos da un poco de tiempo extra.”
“¡No hay ‘tiempo extra’!” Exclama Guillermo Arias. “¡Queremos que se haga cargo de este problema de una buena vez!”
Ni siquiera me inmuto en mirarlo. “En ese caso no debo desperdiciar más tiempo especulando aquí, ¿no?” Replico sin que me robe la calma.
“Aquí está el sobre,” anuncia Efraín al colocarlo junto a la nota. Parpadeo varias veces como una imbécil, sin comprender lo que implica el sobre manila que me ha entregado.
“¿En este sobre llegó ese CD y la nueva nota?” Pregunto. Es un sobre manila idéntico al del primer grupo de fotos.
“Así es,” confirma Narciso. “Llegó a la oficina del partido hoy, por courier.”
Miro a Oliver Coronado de reojo. Él no les ha dicho del sobre blanco que fue entregado en su casa ayer. Tengo un feeling de que el candidato prodigio no es tan honesto como todos creen.
Saúl me muestra un disco compacto. “Nuevas fotos,” me indica mientras Efraín enciende una laptop. “Esta vez no se molestaron en imprimirlas.” Ferrer inserta el CD en la unidad de la computadora, e instantes después las fotografías aparecen en el monitor, una tras otra. Esperaba ver otro despliegue de las indiscreciones de Coronado, y me equivoqué. Esto es peor.
“¡¿Por qué a mi hija?!” Oliver no puede contener más su indignación. “¡¿Por qué tienen que arrastrarla a ella a esto?!”
En la pantalla vemos a Lucero Coronado, hija única de Oliver, en medio de una fiesta que por lo visto fue bastante salvaje. Pero esa no es la parte comprometedora. El detalle es que en todas las fotos Lucero aparece rellenándose la nariz de cocaína. Empiezo a sacar deducciones. “La resolución de estas fotos es más baja que la del primer lote,” observo. “Considerando eso, y el ángulo en que las tomaron, pienso que fueron sacadas con la cámara de un teléfono celular.”
“¡¿Y eso en qué ayuda?!” Oliver intenta enfocar su frustración en mí.
“En la primera vuelta, alguien le tendió una trampa;” aclaro. “Ese alguien tuvo tiempo para preparase y escoger el mejor ángulo para retratarlo con una buena cámara sin que usted se diera cuenta. Estas fotos, dada la calidad, me dan la impresión de ser algo del momento, alguien que vio la oportunidad y la tomó como pudo.” Miro a los otros Cuatro Jinetes. “Me imagino que esta vez tampoco se acordaron de no dejar sus huellas digitales en el CD,” les digo con un suspiro de resignación. “Me voy a tener que llevar el disco, y el sobre en que llegó, también. ¿Algo más venía adentro?”
“Una nota,” asiente Guillermo Arias. Camina hasta la mesa en la que nos hemos reunido y deja frente a mí un papel que sostenía con un pañuelo. En él, las letras Arial impresas exigen, a cambio de no transmitirle a los medios y a las autoridades las fotos contenidas en el CD, un monto con varios ceros detrás.
“Se está poniendo ambicioso, ¿no?” Comenta Narciso Carles.
Releo varias veces el nuevo mensaje del chantajista. Hay algo en la redacción gramatical que no concuerda con la primera nota, pero no logro descifrar qué. Ha variado de objetivos políticos a simple ánimo de lucro. “No nos informa cómo ni cuándo hay que pagarle la cantidad que exige,” comento. “Ergo, él mismo aún no ha decidido cómo lo hará. Eso nos da un poco de tiempo extra.”
“¡No hay ‘tiempo extra’!” Exclama Guillermo Arias. “¡Queremos que se haga cargo de este problema de una buena vez!”
Ni siquiera me inmuto en mirarlo. “En ese caso no debo desperdiciar más tiempo especulando aquí, ¿no?” Replico sin que me robe la calma.
“Aquí está el sobre,” anuncia Efraín al colocarlo junto a la nota. Parpadeo varias veces como una imbécil, sin comprender lo que implica el sobre manila que me ha entregado.
“¿En este sobre llegó ese CD y la nueva nota?” Pregunto. Es un sobre manila idéntico al del primer grupo de fotos.
“Así es,” confirma Narciso. “Llegó a la oficina del partido hoy, por courier.”
Miro a Oliver Coronado de reojo. Él no les ha dicho del sobre blanco que fue entregado en su casa ayer. Tengo un feeling de que el candidato prodigio no es tan honesto como todos creen.
CONTINUARÁ...
EPISODIOS ANTERIORES
Episodio I: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/10/el-candidato-indiscreto-episodio-i.html
Episodio II: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/10/el-candidato-indiscreto-episodio-ii.html
Episodio III: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/11/el-candidato-indiscreto-episodio-iii.html
Episodio IV: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/12/el-candidato-indiscreto-episodio-iv.html
Episodio V: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/01/el-candidato-indiscreto-episodio-v.html
Episodio VI: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/01/el-candidato-indiscreto-episodio-vi.html
No hay comentarios.:
Publicar un comentario