"Imagination is the one weapon in the war against reality."

Jules De Gaultier



domingo, 21 de enero de 2007

El Candidato Indiscreto: Episodio VII

Oliver Coronado, el candidato preferido para los próximos comicios electorales, luce como si acabase de ver al fantasma de Torrijos. Ya me imagino por qué convocaron esta reunión nocturna de emergencia en la seda del partido.

Saúl me muestra un disco compacto. “Nuevas fotos,” me indica mientras Efraín enciende una laptop. “Esta vez no se molestaron en imprimirlas.” Ferrer inserta el CD en la unidad de la computadora, e instantes después las fotografías aparecen en el monitor, una tras otra. Esperaba ver otro despliegue de las indiscreciones de Coronado, y me equivoqué. Esto es peor.

“¡¿Por qué a mi hija?!” Oliver no puede contener más su indignación. “¡¿Por qué tienen que arrastrarla a ella a esto?!”

En la pantalla vemos a Lucero Coronado, hija única de Oliver, en medio de una fiesta que por lo visto fue bastante salvaje. Pero esa no es la parte comprometedora. El detalle es que en todas las fotos Lucero aparece rellenándose la nariz de cocaína. Empiezo a sacar deducciones. “La resolución de estas fotos es más baja que la del primer lote,” observo. “Considerando eso, y el ángulo en que las tomaron, pienso que fueron sacadas con la cámara de un teléfono celular.”

“¡¿Y eso en qué ayuda?!” Oliver intenta enfocar su frustración en mí.

“En la primera vuelta, alguien le tendió una trampa;” aclaro. “Ese alguien tuvo tiempo para preparase y escoger el mejor ángulo para retratarlo con una buena cámara sin que usted se diera cuenta. Estas fotos, dada la calidad, me dan la impresión de ser algo del momento, alguien que vio la oportunidad y la tomó como pudo.” Miro a los otros Cuatro Jinetes. “Me imagino que esta vez tampoco se acordaron de no dejar sus huellas digitales en el CD,” les digo con un suspiro de resignación. “Me voy a tener que llevar el disco, y el sobre en que llegó, también. ¿Algo más venía adentro?”

“Una nota,” asiente Guillermo Arias. Camina hasta la mesa en la que nos hemos reunido y deja frente a mí un papel que sostenía con un pañuelo. En él, las letras Arial impresas exigen, a cambio de no transmitirle a los medios y a las autoridades las fotos contenidas en el CD, un monto con varios ceros detrás.

“Se está poniendo ambicioso, ¿no?” Comenta Narciso Carles.

Releo varias veces el nuevo mensaje del chantajista. Hay algo en la redacción gramatical que no concuerda con la primera nota, pero no logro descifrar qué. Ha variado de objetivos políticos a simple ánimo de lucro. “No nos informa cómo ni cuándo hay que pagarle la cantidad que exige,” comento. “Ergo, él mismo aún no ha decidido cómo lo hará. Eso nos da un poco de tiempo extra.”

“¡No hay ‘tiempo extra’!” Exclama Guillermo Arias. “¡Queremos que se haga cargo de este problema de una buena vez!”

Ni siquiera me inmuto en mirarlo. “En ese caso no debo desperdiciar más tiempo especulando aquí, ¿no?” Replico sin que me robe la calma.

“Aquí está el sobre,” anuncia Efraín al colocarlo junto a la nota. Parpadeo varias veces como una imbécil, sin comprender lo que implica el sobre manila que me ha entregado.

“¿En este sobre llegó ese CD y la nueva nota?” Pregunto. Es un sobre manila idéntico al del primer grupo de fotos.

“Así es,” confirma Narciso. “Llegó a la oficina del partido hoy, por courier.”

Miro a Oliver Coronado de reojo. Él no les ha dicho del sobre blanco que fue entregado en su casa ayer. Tengo un feeling de que el candidato prodigio no es tan honesto como todos creen.

CONTINUARÁ...


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Episodio II: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/10/el-candidato-indiscreto-episodio-ii.html
Episodio III: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/11/el-candidato-indiscreto-episodio-iii.html
Episodio IV: http://rfjplanet.blogspot.com/2006/12/el-candidato-indiscreto-episodio-iv.html
Episodio V: http://rfjplanet.blogspot.com/2007/01/el-candidato-indiscreto-episodio-v.html
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lunes, 1 de enero de 2007

El Candidato Indiscreto: Episodio VI

Admiro a Ismael. Lo conocí hace casi dos años, cuando nos contrató para resolver un caso de fraude laboral en su imprenta. No lo había vuelto a ver hasta hoy. Las fotografías del chantajista fueron tiradas a colores en papel Bond de veinte libras, aparentemente en una impresora común y corriente. Fueron tomadas con una cámara digital de buena resolución, calculo que de mínimo cinco mega píxeles. Se las traje a Ismael para ver si su ojo educado encontraba alguna pista que escapara al mío. Él no tuvo problema con firmar un acuerdo de confidencialidad antes de verlas. Ahora, mientras él estudia las hojas con una lupa y una concentración absoluta, me siento profundamente agradecida por mi trabajo. Admiro a Ismael porque si yo tuviera una profesión tan monótona como la suya, enterraría tachuelas en las yemas de mis dedos con tal de huir del aburrimiento.

“Hmm,” Ismael inclina la cabeza pensativamente. No puedo esperar y pregunto. “Bueno… Verás, Sabrina, todas las impresiones se hacen con cuatro colores básicos: Negro, amarillo, cyan y magenta.” Deja la lupa a un lado y me mira. “Mezclándolos en proporciones precisas se obtiene cualquier otro color imaginable. Ahora, si te fijas en estas hojas—” Su dedo índice dibuja círculos en el aire sobre cada imagen. “—todas están ligeramente amarillentas. ¿Lo ves?” Asiento. Lo había notado antes, pero creí que era defecto de la foto en sí. “Esto me hace suponer que la cabeza con las que fueron impresas está defectuosa, y está aportando un poco menos de magenta de lo apropiado.” Entrelaza sus dedos mientras concluye, “Pero no hay forma de saberlo con certeza a menos que contemos con la cabeza para comparar impresiones.”

“Ismael, eres un genio;” lo halago. También es prácticamente inútil, a fin de cuentas. Su contribución no ayuda a estrechar el margen de sospechosos. Pero al menos servirá como un elemento de control entre los que ya tengo.

Me tomo la tarde para liberar mi frustración por la noche anterior en el gimnasio al que frecuento. Los ejercicios no resultan del todo efectivos. Mientras pedaleo en la bicicleta estática, repaso mis sospechosos. En la mañana investigué a los dos mensajeros que pasaron por casa de Oliver, y confirmé que ambos son miembros del partido de Echevers. Por otro lado, si Virgilio tiene un negocio suplementario montado con el tal Leo, ¿qué tan improbable es que también se dediquen al chantaje? Pero sería por lucro, y a ellos en nada les beneficia excluir a Coronado de la política. ¿A menos que estén actuando como intermediarios?

“¿Sabrina?” Jaime se acerca a saludarme. Él también asiste constantemente al gimnasio y, más importante, es mi tipo. “¿Cómo estás? Hace varios días que no te veía.”

“El trabajo me ha tenido un poco ocupada,” le explico. Él labora en un banco. Yo he omitido mencionar mi profesión. Paro de pedalear y me seco con mi toalla de mano. El top ajustado y mis pantalones de lycra deberían facilitar mi cometido. Lo peculiar es que no surten el efecto buscado. Yo le atraigo a Jaime. Me he dado cuenta cómo me mira a veces cuando piensa que yo no me fijo. Y sé que las últimas veces que se me ha acercado a entablar conversación, lo ha hecho con el objetivo de invitarme a salir. Pero nunca se decide a hacerlo, a pesar de que yo he correspondido con el flirteo apropiado. Ésta conversación concluye igual que las anteriores. Después de hacer charla casual, Jaime se despide y reanuda su rutina de ejercicios, y yo me quedo con un signo de interrogación colgando sobre mi cráneo. Sólo algo se me ocurre: Hace un par de semanas Jaime estaba presente cuando me sobrepasé en mi entrenamiento y accidentalmente derribe el saco de arena con una patada. Desde aquel día él ha estado estancado. ¿Será que lo intimido? El ego de los hombres es una de las cosas más absurdas y frágiles de este planeta…

El timbre de mi celular aleja mi inexistente vida sentimental. Es el número del Partido Innominado. Bebo un trago de mi botella de agua y respondo, “Saavedra.”

“Sabrina, habla Guillermo;” la voz que se identifica suena consternada. Recuerdo el sobre blanco que entregaron en casa de Oliver. “Tenemos que reunirnos. De inmediato. Nuestro problema acaba de adquirir una dimensión aún más seria.”

CONTINUARÁ...

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El Candidato Indiscreto: Episodio V

Comienzo a creer que estoy desperdiciando el tiempo en Babylonia. Pero sé que esa idea surge por mis ganas de alejarme del comercio de la carne. La mecánica en este sitio es curiosa: Es cierto que los hombres las tratan como mercancía, pero las strippers en el fondo los tratan con un desprecio singular que ellos ni siquiera notan. ¿Quién tiene el control, en realidad?

Mi mente no deja de pensar en el sobre que fue depositado en casa de Coronado y cuál es su contenido probable. Inclusive llego a ignorar a algunos clientes, accidentalmente. Pero en el instante en que diviso al sujeto de orejas llamativas y párpados caídos que ronda estos lares, aquel enigma queda relegado a segundo plano. Está inclinado hacia el asiento de un cliente, platicando. Pero la charla no dura mucho, y él camina hacia el baño de varones. No me sorprende que unos momentos después su interlocutor siga el mismo rumbo. No es necesario ser Ingeniera Aeroespacial para deducir lo que sucede.

Dejo mi bandeja en una esquina del bar y me abro paso en la misma dirección. Hace varios días que tenía un feeling sobre esto. Otro hombre está por entrar al baño, pero cuando ve que yo abro la puerta e ingreso sin titubear, decide posponer su visita. Mi aparición es oportuna; el dinero y el sobre transparente están intercambiando manos.

“¡¿Qué está pasando aquí?!” Reclamo al acercarme a ellos. El comprador palidece y la bolsita de cocaína se desliza entre sus dedos y cae al piso. Agacha la cabeza y pasa a toda prisa a mi lado, desesperado por escapar del club.

“¡Y, ¿quién se supone que eres tú?!” Protesta el vendedor al agacharse para recoger su producto. Coloco la suela de mi zapato sobre la bolsa para impedírselo.

“Trabajo aquí, y voy a llamar a la policía;” le advierto. Para mi desconcierto, suelta una carcajada, luciendo su dentadura descuidada.

“¿Quieres usar mi celular?” Me ofrece su Ericsson. Acto seguido hace una llamada y, sin quitarme los ojos de encima, dice; “Es Leo. Tengo una situación con una de tus empleadas.” Houston, tenemos un problema.

Minutos después aparece Virgilio, el dueño de Babylonia. Y no luce alegre. “Mira lo que estaba vendiendo,” le informo al retirar mi pie de la bolsita. Rápidamente Leo se inclina y la hace desaparecer en su bolsillo.

“No veo nada,” Virgilio se encoge de hombros. ¡Bastardo! Leo se ríe de mi expresión, le da una palmada en el hombro y abandona el baño. “Te lo voy a poner muy claro, Sabrina;” Virgilio me advierte al interponerse entre la salida y yo. “No te metas con Leo. Para ti, él no existe. ¿Captas?”

Whatever,” murmuro resignada al tratar de llegar a la puerta. Virgilio me toma de la muñeca, me gira y me coloca contra la pared. Su cuerpo se acerca demasiado al mío. “Virgilio, por favor…”

“Hay muchos beneficios que puedes obtener en Babylonia si aprendes a seguir las reglas,” me dice al oído. Su mano se desliza por mi muslo hasta mi cintura. Hay varias formas en las que podría dejarlo de cabeza en un inodoro. Podría torcer el brazo con el que me sujeta para que se tenga que bañar en Cofal por dos días. Pero intento fingir debilidad, mantener mi cubierta. Sin embargo, si esa mano sigue subiendo no responderé por mis actos.

Como si leyera mi mente, Virgilio me suelta. Me guiña un ojo y me deja a solas en el baño. Tomo unos minutos para ponerle riendas a mi ira. Cuando salgo, una de las bailarinas, Donna, está fumando en una esquina. Me mira de arriba a abajo y me dice, “Ten cuidado con esos dos.” Por primera vez escucho simpatía en su voz. “Son una mala mezcla.”

Ergo, Babylonia acaba de volver a ser un sitio interesante para mí.

CONTINUARÁ...
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Tertulia Literaria de Aniversario

El pasado 16 de Diciembre el programa Tertulia Literaria de W Radio cumplió cinco años de transmisión, celebrando así una longevidad inusitada en el panorama cultural panameño.


Gracias a la visión y la constante dirección del Profesor Ricardo Ríos el equipo de Tertulia ha protagonizado las ferias internacionales del libro, ha organizado carnavales de letras, ha llegado hasta la cárcel de La Palma en Darién y se ha establecido como la voz del Panamá Literario.



El programa de aniversario Tertulia contó con la participación de sus principales colaboradores como Isolda De León, Juan Manuel Casares, Lil María Herrera, Lizzy Brostella y Karina Bermúdez, y un numeroso grupo de autores nacionales quienes obsequiaron ejemplares de sus obras a los oyentes.

¡Felicitaciones por este primer lustro!