"Imagination is the one weapon in the war against reality."

Jules De Gaultier



martes, 11 de agosto de 2009

Dos Semanas de Exposición

“El Corsario era una leyenda en los círculos de inteligencia. Ahora sí, Marcia; se dijo a sí misma. Te acaban de promover a las ligas mayores.”

He pasado las doce páginas más recientes de mi vida en Área 51. No fue mi primera vez, pero siempre es divertido visitar la base “secreta” más famosa de Estados Unidos. En esta ocasión, sin embargo, pasé la mayor parte del tiempo en una sala de reuniones, y las cosas fantásticas que suceden en la base quedaron en la periferia.

Una de mis protagonistas fue convocada a una reunión urgente, y supuse que sería una escena que se escribiría rápidamente. ¡Error! De los seis participantes, dos son personas que existieron en la vida real, lo cual enseguida demoró el proceso mientras consideraba en base a lo que he estudiado sobre ellos cómo reaccionarían a los temas que iban a debatir. Para complicar las cosas, me percaté de que nunca había visto una foto de uno de ellos, y al buscarla en Google descubrí que su aspecto era completamente distinto a como lo había imaginado, lo cual me motivó a plantear de forma diferente su conducta.

Releer la escena entre ayer y hoy me hizo reflexionar acerca del desafío que todo escritor enfrenta con la exposición. Con esto me refiero a la típica escena en la cual el Comisionado Gordon le informa a Batman cuál es la nueva amenaza contra Gotham o aquella en la que Giles le explica a los Scoobies por qué se aproxima un nuevo apocalipsis. Requieres de estas escenas que transmiten la información necesaria para avanzar la trama sin que el lector perciba el ejercicio expositivo. Todos ensayamos diferentes técnicas para hacerlo lo más fluido posible. En lo personal, mientras más viejo me hago más me preocupa la exposición. Después de todo, quizás el legado más importante de la película The Incredibles es el magnífico pero temido término “monologuear”.

La escena en cuestión transmite diecinueve datos diferentes relevantes a la novela, incluyendo una caracterización indirecta de un personaje vital a la trama. Sin embargo, cuando la escribí en ningún momento me preocupé por lidiar con tanta exposición. ¿Por qué? Simplemente porque estaba absolutamente concentrado en los personajes, y dejé que ellos discutieran y actuaran conforme a sus personalidades y cada uno se encargó de aportar su granito de arena. No es la única forma de lograr ese cometido, pero definitivamente es uno de los métodos efectivos: Todos (incluyéndome) estamos enfocados en la tensión que va creciendo entre esos seis individuos.

Comentaría más sobre el tema, pero estoy atrasado para una cita con unos gángsteres impacientes. Por el momento los dejo con una pregunta: ¿Cuál ha sido el personaje ficticio cuyo monologueo más gracia te ha causado?

1 comentario:

KULCAT dijo...

Sin duda alguna Martín Santomé en la Tregua de Mario Benedetti