"Imagination is the one weapon in the war against reality."

Jules De Gaultier



lunes, 6 de septiembre de 2010

Calum

En realidad Calum reconocía que ese ataque verbal era impreciso e inmerecido. Saheki era uno de los hombres más capaces que había conocido. De lo contrario jamás habría llegado a ser su teniente. Operaciones de ese tipo naturalmente se complicaban en la ejecución, especialmente cuando el blanco eran hombres tan peligrosos como los de esa noche. Pero un rasgo útil del japonés era su inagotable necesidad de demostrar su competencia y validar su honor, y Calum había aprendido que la forma más práctica de obtener resultados admirables de su parte era denigrándolo estratégicamente, lo cual disparaba un reflejo emotivo dentro de él que lo motivaba a incrementar continuamente su soberbia eficacia.

En la novela que actualmente estoy escribiendo por el momento Calum Somerset ha aparecido en sólo dos escenas cortas y provocadoras, pero ya presiento que será mi antagonista más intrigante hasta la fecha. Sin embargo, como confesé en Julio en este blog, llevaba más de setenta páginas escritas antes de descubrir que la historia requería a Calum, lo cual es una experiencia nueva para mí, que planeo todo meticulosamente de antemano.

En esta nueva historia exploro una nueva forma de antagonismo. EPK confronta a mis héroes a un grado específico de maldad destilada, pero siguiendo los patrones que exhibe la vida real, el mal no nace de un solo individuo sino de la conjugación de las acciones de muchas personas. En la vida real nadie escoge ser un villano; la gente actúa convencida de que sus actos están justificados. Dejando a un lado la psicopatía, no se me ocurre ningún enemigo memorable que no haya tenido la convicción de que realmente era el héroe.

Pero mi teoría de la maldad colectiva privaba a la historia de un oponente concreto del cual mis protagonistas tendrían que defender sus ideales. Y de ahí nació Calum, quien se considera el salvador de la civilización, que sabe que para cocinar un omelet hay que romper varios huevos, y cuya inteligencia amoral lo libera de cuestionar sus objetivos. Más allá de los sucesos de la trama una historia tiene un tema, y Calum se engendró en los argumentos en contra del tema de mi novela. Estoy de acuerdo con Calum en varias de sus conclusiones, y conversar con un personaje de semejante naturaleza te permite inquietarte ante la borrosa línea que distingue la calidad de las decisiones que tomamos en la vida cotidiana.

Al releer la escena a la que pertenece el párrafo que abre esta entrada, un descubrimiento personal me sorprendió: Cuando tenía diecinueve años, el villano más interesante que podía imaginar era un asesino en serie. Ahora, el mejor villano que puedo concebir … es una figura de autoridad.

Dato curioso: A veces la apariencia de mis personajes se inspira en algún desconocido que he visto, en otras ocasiones es una mezcla de rasgos de personas que conozco, y en otras se puede basar en el físico de algún actor o artista. En el caso de Calum, él es el definitivamente Alan Rickman.

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