"Imagination is the one weapon in the war against reality."

Jules De Gaultier



domingo, 4 de julio de 2010

Julian y Nico

Nico sonrió ante esas palabras. Siempre hay un problema, pensó.

Algo curioso me sucedió con la introducción de dos de los protagonistas de la novela que estoy escribiendo que puede ayudar a ilustrar cómo los personajes cobran vida en una historia.

Cuando me tocó escribir la primera escena de Nico prácticamente podía verla en mi cabeza como una película que alguien más había hecho. Sabía dónde estaba sentado Nico, cuál era su lenguaje corporal, qué ropa vestía, qué estaba bebiendo. Sabía exactamente cómo respondería a la información que le daría su interlocutor pero, más importante aún, sabía qué estaba pensando y cómo reaccionaría a esa información. Nico ya existía plenamente como un personaje.

Luego vino el turno de Julian. Éste era un personaje del cual ya sabíamos porque en escenas previas se había hablado de él, de tercera mano, creando anticipación. Pero cuando escribí la primera escena de Julian, me resultó de lo más plana e insípida. Nunca estuve satisfecho con el resultado de la escena. Cubría todos los aspectos logísticos requeridos de ella, pero no cobraba viva. Empecé a resentir a Julian: Si él no funcionaba, toda la historia no funcionaría.

Afortunadamente la estructura de la novela requería un recuento de la vida profesional de Julian. No era un perfil de él como persona; era más bien algo similar a un curriculum vitae. Cuando llegó el momento puse manos a la obra; redactarlo fue una operación lógica, no intuitiva. Y sin embargo, cuando esa pieza estuvo escrita descubrí que por primera vez conocía a Julian. Hasta ese momento había sabido qué rol jugaría en la historia, pero redactar sus antecedentes me permitió comprender todas las experiencias que Julian había vivido antes de que mi novela empezara, y esa información me reveló cómo su carácter se fue forjando. La siguiente escena que me tocó escribir para él fluyó intensamente; ya sabía de quién estaba hablando. Cuando la completé regresé a la primera escena que no me había complacido y la reescribí. Ahora había una persona “real” actuando ante las circunstancias que le presentaba.

En retrospectiva, no hay tal diferencia entre Nico y Julian. Para que Nico “participara” en la historia tuve primero que pensar en su vida familiar, en su relación con su mentor, en sus discrepancias con su hermano, en las cicatrices que le dejó su primer gran amor. Nico no lo requería; la trama sí. Y en consecuencia no fue un desarrollo metódico como el de Julian sino un proceso mucho más intuitivo. Sin embargo, Julian me exigió exactamente lo mismo: Tenía que saber quién había sido, dónde había estado y qué había vivido para poder hablar de él como “persona” en el instante de mi historia.

Esa es la lección que los personajes me han dado de distintas maneras desde que empecé escribir. Necesitas conocerlos más allá de las acciones que requieres de ellos en tu historia, debes reconocer que—como las personas con las que interactúas a diario en la vida real—han existido y existirán más allá del momento relevante. Ese es su primer peldaño en la retorcida escalera de la “tri-dimensionalidad”.

En otra ocasión quizás hablaremos de cómo nace un antagonista, y les contaré que no tenía la menor idea de que Calum “existía” hasta cuando tuve escritas más de setenta páginas de este proyecto…

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