“…Hay que empezar despacio a deshacer el mundo…”
Héroes del Silencio
La redacción de estas líneas
marcan un funesto aniversario: Llevo siete meses y dieciséis días sin escribir. Y semejante confesión prácticamente exige que
la acompañe la siguiente banda sonora:
Si nos ponemos literales, sí
he escrito en la última temporada: Algunas reseñas, el primer borrador de un
ensayo (non-fiction) que verá la luz
en una fecha incierta del 2013, el primer outline
de un futuro proyecto narrativo, un puñado de memoriales estimulantes y cientos
de e-mails laborales.
Pero para mí nada de eso
cuenta hasta que encuentre el sendero a la novela de mis tormentos, a la cual actualmente
me refiero como EPC. La última vez que completé una escena en ella
fue el 14 de Mayo de 2012. El texto
cuenta con 467 páginas y al ojo estimo que le faltan como 200 más para
completar la primera versión. Pero EPC se ha convertido en un monstruo
mitológico emparentado con La Novela—así, en mayúsculas—que intimidaba al
personaje Pig de Xavier Velasco en Diablo Guardián.
“…I could kick this bad
world's ass if I could just get on my feet…” Jon Bon Jovi, Bang a Drum
Así como el vértice
emocional de The Dark Knight Trilogy
de Christopher Nolan lo conformaban la pregunta “¿Por qué nos caemos?” y la
respuesta “Para aprender a levantarnos” (lección que me consta íntimamente), mi
actividad favorita—que antaño era tan imprescindible como desayunar o respirar—se
ha visto inesperadamente infectada de una interrogante existencial de similar
envergadura: “¿Por qué escribimos ficción?”
De todas mis novelas, EPC se destaca como un Titanic alegórico con la habilidad para esquivar varios icebergs como si fuera el Millenium
Falcon en medio de un cinturón de asteroides.
La idea original para esta obra empezó a tomar forma en mi cabeza en el
2007, pero ya que se trata de una ficción histórica con el diseño narrativo más
complejo de mi carrera exigió meses de investigación antes de que la primera
oración llegara a la página. Desde que
empecé a escribirla un año después me vienen a la mente por lo menos ocho
incidentes que me forzaron a suspenderla por una temporada para luego
reconectar con su mundo. Vengo hablándoles
de esta novela desde el 2009, cuando me refería a ella como EPK, pero tres años después ella me
espeta un nuevo desafío: Conozco la historia íntimamente, a la izquierda de mi
estación de trabajo están todos los materiales de referencia que requiero, y he
escogido todos los métodos para narrarla.
Ahora me falta comprometerme con la ejecución. Como les dije, ya más de la mitad está
escrita, pero este oficio se asemeja a los deportes: Mi mente sigue preparada
para narrarla, pero mi memoria muscular debe recuperar la disciplina para
oprimir tecla tras tecla.
“…We’ll
see it through
It’s
what we’re always here to do
So
we will walk through the fire…”
Joss
Whedon, Walk Through the Fire
Hace tres años también en
este blog me propuse reducir el tiempo entre la publicación de cada obra, pero
sospecho que he acabado alargándolo. En
el 2010 les mostré la versión definitiva de mi cuarta novela, IT, y veinticuatro meses después aún no
está más cerca de publicación exclusivamente por mea culpa. Este año, un
prestigioso grupo editorial evaluó esta novela de la siguiente forma: “La escritura es realmente impecable, y eso
permite saber que estamos frente a un escritor que conoce los laberintos de la
literatura (estructura, ritmo, tono, color, tiempos, espacios; conocimiento de
los personajes desde la sicología y la sociología).”
Entonces, ¿qué falta para
publicar IT? ¡La portada!
Llevo meses obsesionándome intermitentemente con una portada que no
logro visualizar, salvo por mi deseo de que el rojo sea el color
predominante. Quien no esté convencido
de que los escritores son neuróticos debería imaginarse mi monólogo interno
como el de J.D. en Scrubs. Pero ya me impuse un deadline; la portada debe estar definida antes de concluya Enero
2013, y estoy negociando una alianza que hará el diseño aún más atractivo. Si Editora Géminis todavía me tiene
paciencia, aspiro a que ustedes puedan leer esta novela antes de que llegue el
2014. Me entusiasma mucho que conozcan a
Dolan y a Sovanara, dos de mis personajes más fascinantes a la fecha.
“…Life’s
a song you don’t get to rehearse
And
every single verse
Can
make it that much worse…”
Joss
Whedon, Something to Sing About
Creo que fue Marx quien
afirmó que la historia se repite primero como una tragedia y luego como una
farsa. Hay cosas que para entenderlas
debes experimentarlas. Quizás no debería
recriminarme tanto haberle dado la espalda a la página en blanco en el año que
presenció consecutivamente mi más ignominioso fracaso y mi más gloriosa
victoria. Cuando la vida real adquiere semana
a semana un ritmo staccato que
aparenta dirigirte a un tercer acto digno de Tolkien, escabullirse a las
aventuras de seres imaginarios no sólo parece fútil sino hasta irrespetuoso. Cuando entiendes que todos tendremos que besar
el clítoris de la muerte es fácil olvidar que la pluma es más poderosa que la
katana. He aquí las semillas de la
inquietud existencial que planteé al inicio.
Mientras tanto, entre todos
estos acontecimientos coincidencias kármicas me han dado espaldarazos en
momentos oportunos. Además de la
alentadora evaluación de IT que ya
mencioné, a principios de Junio recibí un e-mail
de un Licenciado en Investigación Criminal y Seguridad quien me informaba que tras
leer Mirada Siniestra en el 2007
decidió utilizarla en su ensayo para un curso de Analista Operacional (¡Wow!). Había olvidado que en Abril fui jurado de un concurso literario, pero hace dos semanas recibí una llamada que me lo recordó:
Aparentemente algo habré hecho bien pues me han solicitado que repita el rol en
otro concurso en el 2013.
“Life
is what happens to you while you're busy making other plans” John Lennon
¿Qué tiene que ver toda esta
diatriba con mis lectores, a quienes está dirigido mi blog? Pues una de las lecciones del oficio de
escribir es que a veces la vida se mete en el camino, lo cual no está mal. Ella es la fuente de la prosa, y a veces hasta
modifica los temas qué te interesa interpretar en cada cuartilla. El secreto, no obstante, es encontrar y
mantener un balance entre ambas realidades, y a través de los últimos dieciocho
meses yo lo perdí. Mi única resolución
de Año Nuevo es comprometerme con recuperarlo.
Además de mis próximas novelas de las cuales ya hablé, tengo en mente por lo menos dos proyectos
multimedia para el 2013. Sorpresivamente
leyendo un libro de historia como referencia para EPC me encontré con el elemento narrativo que faltaba para la
cuarta novela de Sabrina. Sí, porque la
tercera ya la tengo completamente diseñada y ahora la cuarta se ha estructurado
como un rompecabezas en mi cabeza y en mi carpeta de notas que sólo necesita
que un escritor holgazán se siente a redactarla. Y quizás, sólo quizás, antes de que acabe el
2013 tenga noticias interesantes para quienes aún consideran Mirada Siniestra su favorita.
Esto por primera vez en al
menos dos décadas me expone al peligro de diluirme, por lo cual es
imprescindible flexionar los músculos de la disciplina tácita que escribir
requiere para escalonar estas metas.
Implica—entre otras cosas—ignorar el e-mail, el Facebook, el Twitter, y
sobre todo, el tan nocivo WhatsApp.
“Don’t
throw any of yourself away. Don’t worry
about a grand scheme or unified vision for your work. Don’t worry about unity—what unifies your
work is the fact that you made it. One
day, you’ll look back and it will all make sense.” Austin Kleon, Steal Like An Artist
Hace quizás dos meses un
fantasma muy especial de mi vida me envió el libro Steal Like An Artist de Austin Kleon, el cual le recomiendo como
lectura imprescindible a cualquier persona con interés en este oficio. Su lectura me reconectó con la persona que yo
era antes del huracán. Y específicamente
el capítulo cuarto me demostró cuán equivocado estuve hace un año al arrancar
los posters que tapizaban mi espacio de trabajo. Y es que, a fin de cuentas, si hasta Charlie
Sheen puede resucitar con un nuevo sitcom
en el cual—de todas las posibilidades—él interpreta a un psicoterapeuta que
orienta en el manejo de la ira, ¿cuán difícil puede ser para mí hacer el comeback al teclado? Para ser honesto, aún con las palabras de
aliento de Kleon ha resultado un esfuerzo bastante arduo, ya que primero tenía
que dar respuesta a la interrogante impertinente que se mofa del estancamiento
de EPC.
¿Por qué escribimos ficción? ¿Por qué la leemos? ¿Por qué vamos al cine? La respuesta automática sería “porque es
divertido”, y es cierto. De ambos lados
del relato. La parte más entretenida y
emocionante de escribir una novela es vivirla con las protagonistas a medida
que redactas sus páginas. Pero esa es
sólo la primera capa. Escribimos y
leemos también porque necesitamos escaparnos de una realidad inclemente y
arbitraria, como Baby Doll en Sucker Punch nos hace falta de vez en cuando recargar baterías en una dimensión
alterna en donde la sabiduría acumulada de generaciones de observadores/narradores
nos alimenta con una dieta de ideas digeribles.
Sí, el escapismo es clave tanto para el creativo como para su audiencia.
Pero mi epifanía es que bajo
estas capas existe un núcleo más poderoso e irrefutable. Escribimos porque el ser humano necesita conclusiones
y desenlaces pero la vida real es incapaz de ofrecernos closure, el término anglosajón que mejor refleja esta carencia
anímica. Rara vez en nuestras historias
personales encontraremos que todas las tramas se enlazan significativamente
como en los últimos capítulos de una novela.
A veces percibiremos que esto sí está sucediendo—como mi sensación actual
de deambular por un tercer acto—pero esto no es más que un ejercicio
psicoemocional automático que responde a nuestra necesidad de ordenar un cúmulo
de experiencias regidas por lo absurdo.
Piénsalo por unos
minutos. ¿Por qué le damos tanta
importancia a fechas como el 31 de Diciembre?
¿Por qué derrochamos champaña y abrazos?
¿Por qué intercambiamos buenos deseos cuando el resto del año apenas nos
decimos los “buenos días”? La medianoche
del 31 le cede el puesto a un amanecer exactamente igual a cualquier otro. Lo hacemos porque necesitamos sentir que algo
concluye y otra cosa comienza, que pasamos la página y empezamos a escribir otro
capítulo con tinta fresca. Añoramos closure.
“…Don’t
give me songs
Give
me something to sing about…”
Joss
Whedon, Something to Sing About
La ficción es vital e
irremplazable porque es el único medio que nos permite disecar nuestras
vivencias, estudiar los elementos que la constituyen, comprender el impacto en
nuestra existencia, y reorganizarlas en un orden que las transforma de una
serie de eventos al azar en un contenido significante del cual cosechar los
nutrientes para seguir adelante en la vida real. Ya sea que necesites ver a Carrie en Sex and the City casarse finalmente con
Mr. Big o a Peter Parker adquirir las habilidades para enfrentarse a todos los bullies de su vida, estás experimentando
la misma necesidad primitiva de encontrarle sentido a la vida.
Brad Meltzer lo plasmó
elegantemente en su novela The Book of Lies:
La ruta a la inmortalidad está en contar tu historia. Si se te hace un nudo en la garganta cuando
Luke enciende la pira funeraria de Darth Vader, si sientes un placer culpable
cuando Lester Burnham le da la espalda a las convenciones sociales en American Beauty, si te inflama una
indignación virtuosa cuando ves Fight Club, o si te llenan de una felicidad pacífica las diminutas victorias del
personaje de Jack Nicholson en As Good As It Gets, estás esencialmente satisfaciendo una necesidad humana universal: Closure.
Podría explayarme mucho más
sobre esta deliciosa epifanía pero, ¿saben qué?
Acabo de recordar que necesito
seguir escribiendo mi novela…!!!
“…These endless days
are finally ending in a blaze
And we are caught in the fire
The point of no return
So we will walk through the fire
and let it burn…”
Joss
Whedon, Walk Through the Fire
Hay un típico consejo para
escritores incipientes: Escribe una página por día y al final del año tendrás
una novela. Básico y trillado, pero
esencialmente cierto. Ya yo lo hacía
cuando escuché esta recomendación por primera vez. Sin embargo, en el 2013 me toca caminar antes
de correr, así que mi compromiso es una variación de ese adagio: Escribe una
escena por día y al final del año no sentirás que lo has desperdiciado.
Estos párrafos han sido sólo
las calistenias. En los albores del 2013
ella ha vuelto a mi lecho—hermosa, eternamente joven e inmaculada—posando sus
labios en mi frente para perdonarme los desprecios a los que la sometí por
tantos meses. Ha vuelto a mis dedos mi
antigua amante, mi única musa, mi verdadero amor: La página en blanco…
La primera oración de EPC que escribí en el 2008 fue: Cuando la suela de una bota colisiona con su
cabeza la mayoría de la gente no piensa en nada. La última que escribí hace más de un semestre
fue: El cabello de Claude se tornaba
escarlata, y bajó él se fue esparciendo un charco de la sangre que brotaba de
su cabeza. Y la que escribiré hoy será…
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