“…Hay que empezar despacio a deshacer el mundo…”
Héroes del Silencio
La redacción de estas líneas
marcan un funesto aniversario: Llevo siete meses y dieciséis días sin escribir. Y semejante confesión prácticamente exige que
la acompañe la siguiente banda sonora:
Si nos ponemos literales, sí
he escrito en la última temporada: Algunas reseñas, el primer borrador de un
ensayo (non-fiction) que verá la luz
en una fecha incierta del 2013, el primer outline
de un futuro proyecto narrativo, un puñado de memoriales estimulantes y cientos
de e-mails laborales.
Pero para mí nada de eso
cuenta hasta que encuentre el sendero a la novela de mis tormentos, a la cual actualmente
me refiero como EPC. La última vez que completé una escena en ella
fue el 14 de Mayo de 2012. El texto
cuenta con 467 páginas y al ojo estimo que le faltan como 200 más para
completar la primera versión. Pero EPC se ha convertido en un monstruo
mitológico emparentado con La Novela—así, en mayúsculas—que intimidaba al
personaje Pig de Xavier Velasco en Diablo Guardián.
“…I could kick this bad
world's ass if I could just get on my feet…” Jon Bon Jovi, Bang a Drum
Así como el vértice
emocional de The Dark Knight Trilogy
de Christopher Nolan lo conformaban la pregunta “¿Por qué nos caemos?” y la
respuesta “Para aprender a levantarnos” (lección que me consta íntimamente), mi
actividad favorita—que antaño era tan imprescindible como desayunar o respirar—se
ha visto inesperadamente infectada de una interrogante existencial de similar
envergadura: “¿Por qué escribimos ficción?”